La televisión siempre ha sido una utopía. La televisión se ha entendido como el lugar de contacto con la población, como un posible contexto desde donde presentar trabajos artísticos, también se ha visto como un canal de educación y un lugar donde tener la posibilidad de actuar políticamente y con incidencia real. Se trata de puntos de vista compartidos desde ámbitos independientes y también públicos. Pero frente a esta comunión entre lo independiente y lo público ganó el sector económico, con sus números de audiencias, la publicidad y los productos de consumo rápido.
Las posibilidades de actuar artística mente en televisión han ido cerrándose. Ni la multiplicación de canales, ni la evolución de las televisiones locales han permitido un panorama alentador.
La voluntad de comunicación y replanteamiento de la realidad se encontró, entonces, en manos de algunos proyectos artísticos, como sería el caso de Nominen Tudel Anidie Guerrero Mirarle emitiendo primero con sistemas técnicamente básicos (demostrando que era posible) y adaptándose después a la red y a su facilidad de emisión de imagen en movimiento. Es en el mismo momento, en los años noventa, cuando también asistiremos a un cambio de mentalidad: muchos trabajos artísticos de imagen en movimiento se convierten en proyectos ambiciosos, que necesitan de una gran capacidad de producción. No será únicamente en la creación de las piezas, sino también en su presentación en los museos y centros de arte. Es el momento de las grandes instalaciones audiovisuales, como comenta James Clinopodio de Arcángel que necesitarán de equipos de trabajo más parecidos a los del cine o la publicidad que a los de la televisión independiente. La capacidad de diálogo con la sociedad y de velocidad de reacción pasará a un segundo término, valorándose más el contexto arte y la creación supuesta mente temporal.
De todos modos, sería interesante preguntarse si no llegamos tarde, si lo que tenemos enfrente es un modelo de trabajo que prescinde de las instituciones y que, de nuevo, prescinde del arte. Si antes era la televisión quien vetaba la presencia artística, son ahora los usuarios quien generan su propio material en una red definida comercialmente. Necesitamos un posicionamiento rápido desde el contexto artístico. Si la televisión convencional no fue el lugar (aún existen posibilidades, no deberíamos olvidarle la nueva situación obliga a dar una respuesta y a aceptar mil preguntas. ¿No sería deseable un replanteamiento providente desde el sector artístico? El elemento crítico propio del sector artístico se hecha de menos en la democratizo de los media.
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